Por considerarlo un articulo interesante y que va en la misma ruta que nosotros planteamos, que cada manzanillero se convierta en un promotor de nuestro pueblo, hacemos la reprodución de este trabajo publicado por Luis Peña en su página hace unos dias.
Si en Santo Domingo, al sureste de la isla, se pueden ver los amaneceres más bellos del planeta; en Manzanillo, son dueños de la intensidad, la hermosura, luminosidad, colorido y magnitud de la puesta de sol más perfecta que he visto: el astro rey se coloca justo al Noroeste, con imponencia anaranjada o semirojiza y aquella redondez matemática que nos permite contemplarlo en todo su esplendor, sin que los ojos duelan, como en una vieja y reiterada promesa de su siguiente salida, de que volverá al día siguiente y para que no lo olvidemos nunca, se planta sobre la bahía hasta muy tarde en la tarde. Tan tarde en términos de horas que no cesamos en preguntar qué hora es, porque el incomparable sol manzanillero se despide lentamente de nuestra isla para quedarse en el corazón y en la memoria de los que tanto amamos y respetamos la naturaleza. Contemplar el azul del mar de la Bahía de Manzanillo y observar cómo el río y la vegetación al oeste, limitan los espacios geográficos con nuestros vecinos de Haití; hace recordar años de historia, de guerras y luchas, de tratados y pactos, de ancestrales y explotadoras compañías bananeras… Pero sentarse en los bancos del paseo del Atlántico , nos hace sentir que hay un mago que pinta la vida entre el verdor de los árboles, las rocas marrones y puntiagudas, la claridad del agua, el vigor de los niños nadando sin cansancio entre las olas blancas que los levantan como a barcos morenos que ríen y saltan y el canto del mar y los pájaros, reverenciando la generosidad natural que se levanta desde un punto tan extremo de la República Dominicana llamado MANZANILLO .
Si en Santo Domingo, al sureste de la isla, se pueden ver los amaneceres más bellos del planeta; en Manzanillo, son dueños de la intensidad, la hermosura, luminosidad, colorido y magnitud de la puesta de sol más perfecta que he visto: el astro rey se coloca justo al Noroeste, con imponencia anaranjada o semirojiza y aquella redondez matemática que nos permite contemplarlo en todo su esplendor, sin que los ojos duelan, como en una vieja y reiterada promesa de su siguiente salida, de que volverá al día siguiente y para que no lo olvidemos nunca, se planta sobre la bahía hasta muy tarde en la tarde. Tan tarde en términos de horas que no cesamos en preguntar qué hora es, porque el incomparable sol manzanillero se despide lentamente de nuestra isla para quedarse en el corazón y en la memoria de los que tanto amamos y respetamos la naturaleza. Contemplar el azul del mar de la Bahía de Manzanillo y observar cómo el río y la vegetación al oeste, limitan los espacios geográficos con nuestros vecinos de Haití; hace recordar años de historia, de guerras y luchas, de tratados y pactos, de ancestrales y explotadoras compañías bananeras… Pero sentarse en los bancos del paseo del Atlántico , nos hace sentir que hay un mago que pinta la vida entre el verdor de los árboles, las rocas marrones y puntiagudas, la claridad del agua, el vigor de los niños nadando sin cansancio entre las olas blancas que los levantan como a barcos morenos que ríen y saltan y el canto del mar y los pájaros, reverenciando la generosidad natural que se levanta desde un punto tan extremo de la República Dominicana llamado MANZANILLO .
Juntos somos más fuertes!!!
1 comentario:
Manzanillo es una tierra privilegiada por Dios, un enclave maravilloso donde convergen el mar, la frontera, el verdor de las montañas (incluyendo una impresionante vista del Morro) y la hospitalidad de los munícipes.
Que Dios bendiga siempre a Manzanillo y que provea sus habitantes de todo cuanto requieran para vivir dignamente, aún ante la apatía de las autoridades que van y vienen con sus maletas de hipocresía y demagogia.
Un abrazo a todos desde la lejanía y mis sinceras felicitaciones a los amigos de la UDEMA.
Con sincero aprecio,
Mario Díaz.
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